650km me separan de mi país, de mi ciudad, de mi hogar. Este fin de semana he recorrido esos 650km para hacer un viaje en el tiempo, de 10, 15 y hasta 20 años atrás. Encontrarse con la gente con la que has compartido tantos momentos, tantas horas, aquellas caras familiares, algunas más rechonchas, otras mas calvas, otras exactamente iguales y otras completamente diferentes, es un momento especial. Un momento en que todos los recuerdos de la infancia se comparten, las diferentes versiones se cruzan, las risas aparecen rememorando los primeros besos o aquellas peleas entre los que ahora son amigos. Compartimos casi 14 años de vida, con algunos un poco menos, cuanto nos podíamos contar, cuanto cariño había en la mirada, cuanta nostalgia, que gozo saber que todo el mundo está bien, que seguimos siendo los mismos y que aquella escuela que nos vio crecer y que nos ayudó a ser quienes somos, está permitiendo que otras generaciones, dentro de 10, 15 o 20 años puedan sentarse alrededor de una mesa, explicándose las travesuras de aquellos niños que a veces están en el olvido, pero que ese día existen como si el lunes nos fuéramos todos a rencontrar en clase.
Que gusto da volver a aquel lugar, donde los verdaderos amigos se hacen y se deshacen. No hay nada como el primer amor dicen, pero tampoco hay nada como la primera amistad, los amigos de la inocencia.
Que gusto da volver a aquel lugar, donde los verdaderos amigos se hacen y se deshacen. No hay nada como el primer amor dicen, pero tampoco hay nada como la primera amistad, los amigos de la inocencia.
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